lunes, 24 de febrero de 2014

Mi hijo no para de llorar.


El llanto que no cesa

A lo largo de las primeras semanas de vida, muchos bebés experimentan períodos de un intenso llanto incesante que, generalmente, preocupa, asusta e, incluso, llega a desesperar a los recientes padres.

Cuando esto sucede, los padres ponen en marcha todas las estrategias que tienen a su alcance para calmar el llanto del bebé: tomarlo en brazos, ofrecerle el pecho, acunarlo, cambiarlo el pañal, abrigarlo o desabrigarlo, pasearlo…

Sin embargo, ninguna de ellas parece ser eficaz en estos momentos. Parece como si el bebé no fuese capaz de dejar de llorar. De hecho, es esos momentos parece que jamás va a parar de llorar.

Seguramente, muchos de nosotros hemos acabado en el servicio de urgencias de un hospital creyendo que ese llanto era indicador de una grave enfermedad.

Primera herramienta de comunicación

En estos momentos es esencial tomar conciencia o recordar algo importante: la primera habilidad comunicativa de que dispone el bebé es el llanto. Es decir, el llanto es la única herramienta que le permite al bebé expresarse desde que nace. Más adelante aparecerán otras habilidades comunicativas y expresivas, como son la sonrisa y el gorgeo pero, en un principio, sólo dispone del llanto.

De este modo, el llanto del bebé debe entenderse como lo que es: un modo de expresión, la herramienta básica que el bebé posee para comunicarse. Por tanto, el llanto del bebé siempre debe ser atendido y el adulto ha de tratar de interpretar qué está queriendo expresar su bebé en cada momento.

Un código, a priori, desconocido

Estos períodos de llanto inconsolable del bebé suelen producirse durante los dos o tres primeros meses de vida del bebé. En estos primeros meses, los padres están comenzando a conocer a su hijo y a adaptarse a la vida con él. Asimismo, el bebé está adaptándose a la vida extrauterina.

 Así, los padres aún están conociendo a su bebé, aprendiendo a interactuar adecuadamente con él. Probablemente, todavía no son capaces de anticiparse a muchas situaciones o a reaccionar adecuadamente a otras. Están conociéndose, aprendiendo, adaptándose.

Esto incide en que los padres, muchas veces, no sepan interpretar adecuadamente el llanto del bebé. Después de comprobar que no necesitan ser aseados, alimentados o aclimatados, muchos padres no son capaces de descubrir qué está expresando el bebé con su llanto.

Esta incapacidad de descubrir qué necesita el bebé genera un gran malestar en los padres que, al no saber qué está queriendo expresar su bebé, se ven imposibilitados a calmar su llanto, pues no saben qué necesidad necesita ser satisfecha.

Así, parece ser que coinciden dos hechos importantes durante estos primeros meses de vida: los padres todavía no conocen suficientemente bien a su bebé como para interpretar o anticiparse a sus necesidades y el bebé sólo posee el llanto como habilidad comunicativa.

A medida que pase el tiempo, los padres irán experimentando y conociendo mejor a su bebé, lo cual les permitirá interpretar y responder de manera adecuada a sus necesidades, así como el bebé irá desarrollando habilidades de expresión más sofisticadas que le permitan comunicarse de una manera más elaborada.

Baja tolerancia a lo inexplicable

Cuando nuestro bebé llora incesante y no encontramos una explicación a lo que le pasa, muchos adultos experimentamos un intenso malestar emocional generado por la angustia que nos provoca el desconocer la causa del acontecimiento.

En la cultura occidental, generalmente, nos basamos en el conocimiento empírico basado en pruebas observables, comprobaciones, mediciones análisis científicos y relaciones causa-efecto como estrategias básicas de interpretar y conocer nuestra realidad.

Así, cuando no somos capaces de descubrir la causa de un hecho o explicarlo desde una base empírica, nos sentimos inseguros, frustrados o temerosos, pues no poseemos apenas estrategias de afrontamiento de la incertidumbre ni herramientas más intuitivas de interpretación de la realidad.

Por ello, cuando nuestro bebé llora y no logramos descubrir por qué lo hace, muchas veces surge la desesperación. El adulto se siente inseguro, angustiado, atemorizado o frustrado ante un hecho para el que no encuentra una explicación empírica.

El no poder interpretar ese llanto de manera empírica hace que el adulto se sienta indefenso, incapaz de elaborar la información a un nivel más intuitivo. Esto puede provocarle emociones negativas, como ira, o un bloqueo que le impida seguir buscando alternativas de consuelo a su bebé.

Algunas pistas: en busca de la respuesta

Existen algunos postulados que tratan de ofrecer una explicación al llanto intenso del bebé durante los primeros meses de vida.

Según Laura Gutman, el llanto del bebé es reflejo del dolor emocional de su madre. El bebé siente a través de su madre y experimenta las emociones de ésta. Por ello, según esta autora, cuando un bebé llora, está expresando el malestar emocional de su madre.

Otros autores sugieren que el llanto intenso e inconsolable de los bebés durante los dos o tres primeros meses de vida es producto de la necesidad de los bebés de liberar el estrés experimentado en el nacimiento.

Además, es evidente que el bebé está adaptándose a la vida extrauterina y que esto es un acontecimiento estresante. El bebé necesita liberar ese estrés y el llanto es la única estrategia que posee de momento.

El llanto acompañado

Con todo lo anteriormente expuesto, es evidente que cuando el bebé llora y no somos capaces de aliviarlo, una vez puestas en práctica todas las estrategias que disponemos (ponerlo al pecho, tomarlo en brazos, mecerlo, cambiarle el pañal, reducir la estimulación, etc.) y nos hemos asegurado de que no está enfermo, debemos asumir que nuestro bebé necesita llorar para expresarse o liberar tensión, aceptando que no somos capaces de definir empíricamente sus necesidades.

Puesto que no encontramos, además, la manera de aliviar su llanto y nos sentimos desprovistos de estrategias alternativas, es importante que seamos conscientes de la importancia de nuestra función en este momento y evitemos el bloqueo que nos conduciría a la falta de respuesta al llanto del bebé.

Se trata de transmitir al bebé que no está solo, que estamos con él, que está protegido, querido y cuidado, aunque no podamos calmar su llanto. Se trata de acompañar el llanto del bebé.

El llanto del bebé se acompaña sosteniéndolo en nuestros brazos, hablándole con voz tranquila, cantándolo, paseándolo en nuestros brazos, meciéndolo… Es decir, se trata de permanecer junto al bebé y transmitirle afecto y protección.

Permitir las emociones negativas

Tal vez ésta sea una de las primeras situaciones en las que nuestro hijo expresa malestar emocional. Nuestra primera respuesta es tratar de reducir o eliminar el malestar de nuestro hijo, lógicamente. La empatía con el niño y el instinto de protección a la cría nos lleva a intentar evitarle malestar y sufrimiento.

Obviamente, es positivo que los padres traten de evitar todo sufrimiento a sus hijos. Sin embargo, esto no es siempre posible. Habrá situaciones en las que el malestar de los hijos sea inevitable.

En estas situaciones, los padres deben permitir la expresión del malestar de sus hijos sin negarla. Esto no significa que deban dejar que sus hijos lloren sin tratar de consolarlos. Por el contrario, se trata de estar junto a sus hijos mientras estos experimentan la emoción negativa, ofrecerles consuelo, acompañarlos emocionalmente pero no intentar que el bebé reprima su emoción.

Con esto, lo que deseo transmitir es que es muy positivo que los padres acepten el llanto de su bebé, traten de aliviarlo pero, si no lo consiguen, deben permanecer tranquilos junto a su bebé, comprendiendo su malestar y su necesidad de expresarlo, acompañándolo y transmitiéndole seguridad, afecto y protección.

 

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